Los gobiernos de izquierdas tienen tendencia a atacar a la educación concertada, pero en el caso de este gobierno social-comunista claramente quiere acabar con ella con la ley Celaá, como en muchos otros aspectos pasando por encima de la Constitución y de los derechos de los españoles. Es parte de su deriva radical y totalitaria, que se refleja en esta ley, que causará un perjuicio irreparable a la educación especial y que elimina el español como lengua vehicular de la enseñanza. En los últimos días, he dejado clara mi posición al respecto en los plenos de la Diputación y el Ayuntamiento de Málaga.

Yo mismo tengo a mis hijos en la escuela pública, pero me parece absolutamente lícito que otros padres quieran que sus hijos vayan a la escuela concertada. Hay que defender la libertad de elección. Es bastante gracioso que muchos de los que atacan a la concertada, como la propia ministra Celaá, la que dice que los hijos no pertenecen a sus padres, hayan llevado y lleven a los suyos a colegios concertados, y en el caso de la ministra, además religioso. Como el senador socialista Heredia, que fue a un colegio religioso y luego llama pijos a los que eligen la educación concertada, que acoge a alumnos de todas las clases sociales.

Tampoco se entiende la ofensiva contra la educación especial, que en nuestro país destaca por la gran labor que llevan a cabo los profesionales que trabajan en este campo, con alumnos que tienen necesidades especiales y que desarrollan sus capacidades en un entorno que les favorece. En lugar de poner en valor todo lo que se ha avanzado, la administración genera inquietud a padres y alumnos, justo lo contrario de lo que debe hacer.


La izquierda debería respetar la Constitución, la libertad de enseñanza y la de los padres. Y dejar de politizar la enseñanza, como hace el Gobierno central suprimiendo el español como lengua vehicular y oficial del estado. Mas allá de radicalismos, es un ridículo mundial y un intento de adoctrinar en los valores que interesan a la izquierda y a los separatistas. Resulta que tenemos el segundo idioma más hablado del mundo, el español, pero en España no consienten que se aprenda en las aulas. Hasta Felipe González o Alfonso Guerra se avergüenzan de las barbaridades que están perpetrando Sánchez y sus socios en su intento de romper España y todo lo que la representa.

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